Después de un año

Lo sé, lo sé. He dejado de escribir por casi un año, y la verdad es que han pasado muchas cosas, algunas de ellas se pueden divulgar, otras mejor me las mantengo como lecciones de vida, pero heme aquí listo para escribir un poco más de este maravilloso país, está vez desde otro ángulo.

Biblioteca Kaisa, HY, Vista desde el 7mo piso Noviembre 2020

Hace ya casi un año que volví de Finlandia. Sí, estoy en Costa Rica ahora, y quiero hablarles de un par de cosas que he aprendido desde que volví. Entre estas, está la idea de choque cultural, la violencia de darme cuenta de que me mudé de un país de «primer mundo» con problemas de «primer mundo»a uno de tercero, donde… pues, solo digamos que no tengo demasiada confianza en caminar de noche…

Choque Cultural Reverso

Si has viajado anteriormente, sabes que esto definitivamente sí existe. Nos acostumbramos tanto a la realidad de otro mundo que volver al proprio se vuelve un gran choque. Esto por supuesto solo sucede cuando logramos superar las etapas de choque cultural en el extranjero y llegamos hasta la gloriosa etapa de adaptación, en la cual entendemos nuestros propios elementos culturales y logramos ver que no por que algo sea diferente significa que está mal o que afecta nuestra integridad. 

En fin, una vez que llegué a Latinoamérica, recuerdo ver el sol por primera vez en el aeropuerto de Panama, y algo me llenaba de nostalgia y felicidad al verle. Estaba corriendo a lo largo del aeropuerto porque habían cancelado el vuelo y no proveían información de nada. De un pronto a otro, cuando me volteé y empecé a caminar hacia la otra ala del aeropuerto, siento una presencia en mi espalda que me calienta. Fue como una mano cálida ofreciéndome ayuda, descanso, calor. Como estoy volteado, veo rayos de luz formando mi silueta a lo largo como si fuese slender man y casi que me petrifico. Me volteo tan pronto como puedo y veo esa bola hermosa de fuego fulgente; la veo completa y me ilumina la cara. Sonrío como no he sonreído en los últimos 15 días y me doy cuenta de que llegué a Latinoamérica, de que llegué a mi tierra. 

Tendrán que disculpar mi exposición casi fictional y poética de cómo fue reencontrarme con el sol, pero por favor entiendan que acababa de llegar de pasar todo noviembre en Finlandia y, como ya han leído anteriormente, noviembre es el peor mes dada la escasez de luz, sol, color y nieve. En todo, llevaba mínimo tres semanas sin ver el sol brillar así; en Finlandia el sol brilla tenuemente, y está igual de grande, redondo y hermoso, pero lo está más allá de una capa de nubes que baja a ser el cielo de octubre y noviembre con promesas de depresión y encierro en casa dadas las bajas temperaturas. Si tienen problemas imaginando qué tan oscuro es, les invito a pensar en una día oscuro en tiquicia (en Costa Rica), ¿listos? Bien, ahora agréguenle una nubes de tempestad de medio año y réstenles la lluvia. De ese denso, son las nubes que rodean esos dos meses en Fi. -Con gusto 🙂 

A las afueras de la casa. Foto tomada el viernes 4 de diciembre a las 3:25 PM

En fin, tras esta llegada, varias cosas me han afectado al estar aquí. Ahora les cuento de unas cuantas.

El ritmo de las conversaciones

Como llegué para diciembre, y diciembre es mi mes favorita dadas las múltiples fiestas y mi cumpleaños, estaba contento por pasar tiempo junto a todos. Recuerdo que primero celebramos el cumpleaños de mi primo más cercano y a la mesa mientras que me hacían preguntas de Finlandia y de cómo había sido esa experiencia, me sentía vulgarmente ignorado porque todos, como decimos en español, «me atravesaban el caballo»con sus comentarios. Ya fuesen bromas, o conversaciones adyacentes, recuerdo que me robaban la paz lo muy interseccionales (si es del todo esto una palabra) que las conversaciones latinoamericanas son. Es costumbre, en la cultural Finlandesa, que cada persona quién habla se le da toda la atención de la mesa. No importa si estás disperso o solamente presente físicamente a la mesa cuando la persona habla, o si te pasa o mosquito en el cual tienes que comentar, o recuerdas algo muy gracioso, allá siempre se le da la atención a quien habla y se espera a que se termine de hablar para proponer un nuevo tema. 

Lo más extremo que se ve allá es que te interrumpan pero siempre viene un «perdón»un «anteeksi» después. Yo estaba experimentando una serie de interrupciones que me hacía sentir como que le hablaba al aire. Uf! Eso sí que me golpeó. Y bueno, si he de ser honesto, aún me golpea. Extraño esa presencia, esa atención única a una cosa. Se sentía como la otra persona estaba con uno solamente, y no en múltiples cosas y/o conversaciones. Sin embargo, tal vez solo sea hora de aprender a hacer las cosas un poquito diferente, a escuchar la atención de esas personas entre líneas, inmersas en el contexto. 

Aquí les dejo un dato curioso, para quienes les interesa el estudio cultural. 

Siempre que me encuentro en una situación así, analizo las razones por las cuales somos diferentes. En vez de cuestionar y criticar, es mejor analizar y preguntar. El indice cultural de Hofstede (les dejo el link aquí por si tienen curiosidad), dicta que hay un indice de «alto contexto» vs «bajo contexto.» Eso se traduce a que hay un elemento cultural cuyo significado se encuentra altamente en el contexto donde ocurre, y por ende tienen más tonalidades de significado, y otras que ocurren más directamente. Se trata de la división entre ser explícito o no. Debido a esto, la cultura Finlandesa es, realmente, baja en contexto; todo es muy explícito y directo. Culturas que son bajas en contexto tienden a ser mejor gobernadas por reglas, ya que se acata el significado explícito escrito en ellas como algo directo, como un mandato. Por lo contrario, culturas altas en contexto, como la costarricense, suelen buscar la relatividad en las reglas. Por ejemplo, pueden pensar en una señal que diga «prohibido estacionarse aquí,» pero un buen costarricense cuestionará las dimensiones de «aquí» e intentará argumentar que no es específico dónde aquí es, al parquear probablemente tan solo 2 metros más lejos de la señal. Esto es, solo un ejemplo, pero ustedes me entienden. 

De forma similar, ocurre con las conversaciones. Al ser todo en alto contexto, lo explicito de que aparentemente no me estén prestando atención, no significa que ese sea el caso. Simplemente, me recuerda de que el significado está en que me están escuchando y respondiendo, aunque estas respuestas sean bromas o comentarios inapropiados acerca de lo que digo. En resumidas cuentas, simplemente me transfirieron de un lugar bajo en contexto a un lugar muy alto en contexto y esto se me ha hecho un tanto difícil de conciliar. 

Cualquier momento es bueno para volver, pero la cuarentena no fue bienvenida

Con tanto tiempo allá, añoraba ver a mi familia y sentir su cariño físico. Lo primero que me ocurrió después de llegar al aeropuerto y abrazar a mis padres con lágrimas en los ojos fue un baño en Laisol, algo aparentemente muy común en estos tiempos cuando uno se bajaba de cualquier medio de transporte. 

Tras esto, ya que llevaba mis buenas 24 horas de viaje, mis familiares decían «qué bueno que esté aquí. El abrazo se lo doy en 15 días» y yo, «ok, tuanis, muchas gracias.» Vuelvo y repito, la cuarentena no es el mejor momento para volver a un país que has extrañado. Al menos mi gata sí me dejaba abrazarla. 

El vivir de ahora

Actualmente es noviembre en Costa Rica, el sol se la levantado e iluminado casi todos los días. No tengo miedo de salir porque la temperatura varía entre 22 y 18 grados centígrados. Realmente, no me afecta cuando el sol se esconde bajo las múltiples nubes porque entonces lo verde me consuela, los pájaros me cantan, las nubes NO se levantan, pero sí parecen protegerme. He extrañado Costa Rica mucho más de lo que pensaba. Y sí, es un tercer mundo, pero es MI tercer mundo y aquí nací. Aquí podemos hacer cosas increíbles también. Hoy me alegra poder ver el cielo azul casi que todos los días. Me alegra regar mis plantas y trabajar en mi jardín vertical (ver foto abajo). Me alegra entrenar con mis amigos, hablar mi idioma, besar con la pasión de mi tierra. Y por la puta madre, me encanta, hacer el amor como mis caderas lo dictan, con las ganas de devorar a quien en mis brazos se encuentre. 

Coronado, San José, Costa Rica. Foto tomada a las 6:18 AM el 18 de diciembre de 2020

Sé que no dejé de ser quien era mientras estuve allá. Tal vez solo me mantuve en mute hasta que exploté, pero realmente me alegra saber que estoy de vuelta y a pesar de que amo muchas cosas de allá que aún les voy a seguir contando, es bueno estar en casa. 

¡Pura vida! 

2 comentarios en “Después de un año

  1. Wow!!! Expresastes exactamente lo que he sentí al visitar Costa Rica. Yo llevo casi 6 años en Finlandia. Y cuando fuí en el 2019, tuve ciertos choques familiares, mi mente habia cambiado, pero luego puse los pies en la tierra. No volví por la pandemia, y hasta ahora 2023 al volver, llegué con tanto amor de todo, de mi familia, de la musica del clima, de todo. Vi una Costa Rica hermosa! A pesar de lo negativo ( asaltos,etc lo que muestran en las noticias, que nunca veo pero se da uno cuenta por los comentarios, tu sabes a que me refiero hehe) . Amé tanto ir a la playa..ir a un chivo de Fuerza Dread y escuchar a Kadeho ( me dio directo en mi adolecencia hehe). Escuchar nuestro acento nuestra cultura de amabilidad que aveces creemos que no tenemos. Gracias por este blog!! Lo acabo de encontrar y hasta me sacó unas lagrimas!!! Pura vida!!! Saludos cordiales 😉

    Me gusta

    1. Hola Mzc, Qué lindo escuchar que alguien más ha resonado con todo lo que he escrito aquí. Ha sido una experiencia muy única, como ya sabes, y quizás incluso más fuerte de lo que pensamos. En el futuro, voy a estar migrando este blog a mi otro blog en inglés: 21cmodernwriting https://21cmodernwriting.com por aquello de que quieras visitarlo.
      Muchas gracias por tu apoyo!

      Me gusta

Deja un comentario